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La pena de muerte en México

La pena de muerte en México

¿Por qué tener piedad de ellos si ellos no la tuvieron con sus víctimas?

La pena de muerte es un tema que está en la mesa del debate. El argumento de sus defensores “ los criminales deben morir”.

Se describe a la pena de muerte como disuasiva y se aplica a delitos catalogados como gravísimos, ya que inhabilita a los delincuentes, pero no es infalible y se llegan a cometer errores que, lógicamente, son irreversibles.

Desde 1973, más de 160 personas condenadas a muerte en Estados Unidos fueron exoneradas o liberadas tras haberse demostrado su inocencia, otras más fueron ejecutadas pese a la existencia de dudas sobre su culpabilidad.

No hay pruebas que demuestren que sea más eficaz que la cadena perpetua como un elemento para reducir la delincuencia. No se trata de evadir un castigo hacia los que han lesionado a la sociedad, los delincuentes deben ser castigados en un porcentaje aceptable.

 Con una pena suficientemente larga conforme a su delito, así difícilmente volverán a delinquir, con el tiempo el impulso criminal irá decreciendo.

Texas es un ejemplo vivo de que la pena de muerte no es menester al momento de combatir la delincuencia.

Investigaciones demuestran que lo que reduce el índice de homicidios es el incremento de detenciones y sentencias condenatorias.

 A pesar de que Texas aplica de manera elevada la pena de muerte no se ha visto un efecto disuasivo en las ejecuciones, pues un estudio concluyó que el número de éstas no tenía relación con la tasa de homicidios ni con la progresión de otros delitos.

Comparto el pensamiento del doctor Luis Eugenio Todd. “La pena de muerte es una condena que lesiona los principios básicos de la dignidad humana y la salvaguarda natural de la vida como elemento que no está al arbitrio de otros seres humanos”.

En México no hay pena de muerte y aunque mucha gente la ha solicitado, los juristas expertos en el tema reconocen que no hay elementos del derecho natural para su aplicación y que todavía está en entredicho la posibilidad de que sean patologías mentales las que inducen al crimen violento.

La pena de muerte no es la solución. Con la pena de prisión no es necesario cometer penas crueles, inhumanas y degradantes que al ejercerlas sólo demostrarían nuestra doble moral y nos convierte en aquello que queremos desaparecer.

La sociedad y el Estado pueden privar de la libertad a un delincuente, pero no pueden asesinarlo. Ninguna muerte es necesaria ni justificable, la vida es de respetarse, es el derecho natural de todo hombre.

¿Por qué tener piedad de ellos si ellos no la tuvieron con sus víctimas?, porque tales castigos quebrantarían nuestros más importantes valores, nuestro sentido humano, porque lo peor que nos podría pasar es comportarnos con el delincuente como él se comportó con sus víctimas, porque de lo que se trata es de hacer justicia, no de emular la crueldad de los criminales. El homicidio es inaceptable, por eso no podemos ser homicidas.

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